viernes, 15 de agosto de 2008

BATMAN ENDS: Vol. 2


1. Christopher Nolan, con esta película, ha tomado partido, dentro y fuera de la industria. Ha quedado claro de qué lado está, como cineasta y como ciudadano. Como cineasta, sus dotes quedan bastante en entredicho, pues tampoco es El caballero oscuro una película que rebose talento visual o narrativo, a pesar de su aparatoso montaje. Como ciudadano de una potencia aliada de Estados Unidos en la guerra de Irak, sólo demuestra su alineamiento indudable con la mentira y la manipulación. Por tanto, como cineasta y como ciudadano estaría del mismo lado. La mentira y la manipulación son su medio y su fin (algo así como una aplicación estética de la espléndida secuencia inicial del atraco). Un astuto tahúr que sabe barajar con mediana habilidad, pero indudable eficacia, gracias a que sus cartas están todas marcadas. Mientras Nolan finge, por conveniencia, alinearse con Batman, no deja de explotar hasta la extenuación los recursos del Joker.
2. Su reaccionaria reinvención de Batman como superhéroe al servicio del bien institucionalizado, tras la tibia recepción de la primera entrega, persigue una obvia finalidad política que sólo ahora la audiencia ha refrendado comercialmente por coincidir con sus preocupaciones políticas del momento: ¿cómo seguir votando republicano sabiendo todo lo que sé sobre Bush y la administración Bush? ¿Cómo evitar que un negro demócrata se apodere de la maquinaria política del país por el desgaste de años de desgobierno e ineficacia pública? ¿Cómo acabar con esta posibilidad, la peor secuela del 11 de septiembre imaginable, sin sentirme culpable por apoyar la política de la actual administración republicana?, etc. O como dice, abundando en la misma idea, el novelista David Foster Wallace, autor de un largo ensayo sobre McCain: “La verdad, tal como la veo, es que los siete años y cuatro meses de la administración Bush han supuesto tal desenfrenado espectáculo de horror, rapacidad, provocación, incompetencia, mendacidad, corrupción, cinismo y desprecio por el electorado que resulta muy difícil imaginar cómo alguien que se identifique como republicano pueda pasar por populista”. Hasta que llegó El caballero oscuro, con su fatuidad popular de alta escuela de negocios, a resolver esta aporía de la política americana.
3. Bruce Wayne es la imagen competitiva del capitalista high-tech de día (con su vena American Psycho aportada por Christian Bale y alguna escena equívoca que lo retrata como un vividor libertino a falta del único amor de su vida) y el concienzudo vigilante nocturno. Un cyborg ultracapitalista, tan avezado en navegar los flujos financieros como en explorar las potencialidades de la tecnología de última generación para sus propios fines de control y explotación del mercado y la bulliciosa vida de la calle. La alianza de este superhéroe capitalista con los representantes del poder local (el policía honrado, pero mañoso; el fiscal heroico, pero violento y ambicioso; etc.) para proteger a los ciudadanos (la “buena gente” de Gotham, amenazada por la delincuencia organizada y la locura terrorista) es paradigmática del funcionamiento del poder en la sociedad postmoderna, incluida la legitimación de la tortura, las manipulaciones legales, la corrupción policial, los pactos delictivos y las actividades inconfesables, realizadas al margen de la ley, con la que sus figuras emblemáticas deben cargar, como una maldición, a fin de no turbar el sueño democrático de los ciudadanos.
4. El Joker (interpretado por Heath Ledger como un cruce de roquero provocativo, artista mimado por las galerías de moda, psicópata de circo y algunos “locos” carismáticos interpretados por Marlon Brando, como el coronel Kurtz o el cazador de recompensas de Missouri) pasa a ser el terrorista concebido a la manera (banal) americana, vaciado de cualquier ideología que justifique sus crímenes y acciones. Un malo en estado puro, travieso y anarquista, enamorado del caos y el crimen, pero sin un proyecto definido de transformación o vindicación social. Lo que, obviamente, desactiva su potencial revolucionario y lo convierte en un mero pretexto para reafirmar la valía y los valores de los héroes de la película. Hoy por hoy, el terrorismo combatido por Bush y los suyos con tanto ahínco como ineficacia se parece a la definición de este nuevo Joker en esto: si admitimos que tiene una idea, nos derrotaría; si sólo reconociéramos que cada uno de sus atentados persigue un objetivo realmente, responde a un ideario sólido, nace de unas convicciones que ni siquiera estamos en condiciones de entender, entonces ya nos habría ganado. Lo mejor es neutralizar esa posibilidad, transformar su figura en la de un gamberro psicópata, un demonio infiltrado en el sistema para perturbar su funcionamiento y conquistar protagonismo mediático, pero no para cambiarlo. Es mucho más fácil enfrentarse a él convencidos de que sus actos son la manifestación de su odio desquiciado a nuestro maravilloso sistema de vida que aceptar que representa con sus gestos algún modelo de vida alternativo.
5. De ahí el lema inequívoco con que se publicita en algunos carteles la película: ¿Por qué tan serio? ("Why so serious?"). Pregunta que en teoría el Joker debería plantear a su adversario Batman haciéndole entender que para ser ambos consumadas figuras del mundo del espectáculo no adoptan ni el mismo comportamiento ni la misma actitud ante sus respectivas posiciones. Y todo porque el segundo, el hombre murciélago, el sombrío representante del bien, habría interiorizado un modelo de seriedad impropio de su papel, habría quizá creído en la existencia de su alma más de lo que corresponde a un cómico. Mientras él, el Joker, el representante del mal, sería sólo la expresión pura del sistema del espectáculo en toda su desnudez y obscenidad: desalmado, vacío, superficial, amoral más que inmoral, juguetón y divertido, como expresa el atributo de su carcajada constante como respuesta a todo lo que (le) ocurre.
6. Así que el sujeto postmoderno, encarnado por el Joker en toda su peligrosa frivolidad, es el gran enemigo moral de Batman, pero también su otro lado, aquél que le permite conocer quién es en realidad y no quien finge ser ante los otros, un héroe modernista encerrado en los dilemas de su animalidad brutal oculta tras una mascarada de negocios, tecnología y redención social. El terrorista, en esta reinterpretación, es sólo el reverso más tenebroso del sistema, el que se toma al pie de la letra la invitación a la idiotez, el descerebramiento lúdico y la destrucción implícita en el funcionamiento de la máquina del capitalismo. El monstruo o el mutante generados por la cultura del consumo y la vida líquida con su promesa de satisfacción total del deseo. Y ésta es la jugada ideológica más astuta del sistema expuesta en esta película como una operación de matemática recreativa: el terrorista reinventado como gran artista de la diversión patológica, como contorsionista de la mueca retorcida y la risa demoníaca, es la figura que el sistema necesita negar y reprimir para funcionar sin trabas, el manipulador cuyo discurso de gratuidad y gratificación infinitas ha de ser refutado por los modélicos héroes con sus acciones, aunque sea pasando al lado oscuro de la ley y el orden. Y es que la película tiene dos caras como la moneda trucada del fiscal de doble cara, el Jano de moral bifronte, pero el azar convocado por los agentes del orden logra imponer siempre la misma como si fuera la única opción posible.
7. El éxito público de El caballero oscuro dice más, en este sentido, sobre las inquietudes, miedos y cobardías que atenazan al cuerpo social (y al poder que trata de controlarlo) que ningún estudio sociológico reciente (como resultaban significativos el éxito de No es país para viejos o el fracaso estrepitoso de Redacted o Southland Tales; el público americano sabe muy bien lo que le conviene o no oír y ver para engañarse en un período tan crítico como el actual). Y es una prueba más de que las representaciones, en tanto mitologías y mixtificaciones sobre la realidad realizadas por el "inconsciente político" de la colectividad, son la materia prima con que sigue trabajando fundamentalmente el discurso cultural. Y, en este sentido, restituyen todo su poder y su designio a la crítica, aunque ésta demuestre su impotencia frente al aplastante poder mediático de películas como éstas, que conectan con las masas como nunca lo hará ningún discurso crítico, por acertado que sea.
8. No sé qué sucederá en noviembre, en las elecciones presidenciales americanas, pero sí sé que esta película supone una intervención en el debate electoral quizá más importante que ninguna de las que las televisiones americanas están preparando para el otoño. En cualquier caso, el aplauso unánime del público mayoritario americano (y el extraño silencio de una parte de la crítica más atenta, allí y aquí, como Jordi Costa hoy mismo en su crítica de El País, obviando los aspectos ideológicos por razones inexplicables) es una prueba más de que las secuelas conscientes e inconscientes del 11 de septiembre son irreversibles y dejarán huella a todo lo largo del siglo.
9. Por supuesto que el mero hecho de comentar El caballero oscuro en estos términos tan rotundos parecería atraparme en el bucle descrito con anterioridad: ¿Por qué ser tan serio, como proclama el Joker, y no abandonarse sin más al placer superficial de la visión de este complejo artefacto? ¿Por qué mostrarse tan serio con un film concebido en apariencia sólo para entretener, excitar y fascinar a la masa de sus espectadores con una trama maniquea convencional, un despliegue tecnológico impresionante y unos personajes planos como cartas de la baraja? Es verdad, por qué mostrarse tan serio como Batman cuando uno debería reírse a carcajadas como el Joker. ¿O era al revés?...
10. Como se ve al analizar los factores implicados en el incontestable éxito de El caballero oscuro (también en un país como España donde su discurso debía dejar indiferente, o ser rechazado sin complejos, y, sin embargo se está sancionando sólo porque el público americano lo sacralizó primero, como objeto de consumo y como postulado sociopolíticamente regresivo), no es fácil escapar a las aporías de la cultura de masas sin enredarse aún más en ellas. Sobre todo si uno reconoce su pertenencia (problemática) a la masa y su reconocimiento (paradójico) a esa cultura, tan compleja y ambigua como el tiempo o destiempo que vivimos...

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Maese Alex Franco su comentario es impresionante dado el tono político que le da al asunto...es cierto que si el villano no tiene un leit-motiv debe ser mas fácil de derrotar o es mas seguro el triunfo sobre el, mas que nada porque queremos creer que el otro (el villano) es mas vulnerable al no estar dios de su lado...la mayoría de los humanos se ocultan en una religiosidad que hace agua por todas partes, es mas fácil creer en dios y pensar que los demás son malos que imaginar que uno es parte del problema, uno lo puede ver siempre y con creces en el llamado Tercer Mundo, en ese sentido es mas seguro creer que va ser derrotado con mas facilidad alguien sin ningún tipo de ideales que alguien que se aferra al bien…siendo esto del bien tan pero tan conocido por el publico general, allí esta tal vez el meollo del asunto…todo lo pasamos por la perspectiva del bien y el mal, siendo que ambos no tienen una finalidad definida lo cual lleva que el antagonismo de ambos se anule si uno de los dos no existe ¿Cómo reconocer el bien si del mal no sabemos nada?...es cierto el mas villano debe de ser Bruce Wayne en su formato de empresario ¿acaso los grandes capitales no dominan el mundo? También es cierto que Joker es la contracara de Batman ¿un hombre vestido de negro que quiere traer justicia cuando el negro es por conocimiento popular la falta de luz y todos huimos de la oscuridad?...creo que la mayoría de la gente esta pensando en pasarla lo mejor posible (es cierto que el negocio del entretenimiento lo hace cada vez mas posible y con mas certeza) que en problemas tan serios de verdad como la falta de energía o la superpoblación…es mucho mas fácil esconder la cabeza a esos problemas que son de veras tan importantes como unas elecciones o la falta de agua en la zona, es una locura dirán todos pero es la realidad no por nada Jim Morrison escribio alguna vez: “Los Señores nos apaciguan con imágenes. Nos dan libros, conciertos, galerías, espectáculos, cines. Especialmente cines. A través del arte nos confunden y nos ciegan a nuestra esclavitud. El arte adorna las paredes de nuestra prisión, nos mantienen en silencio, distraídos en indiferentes”. Bueno tal vez hasta este equivocado ¿Quién sabe?

Anónimo dijo...

tambien es cierto Maese Alex Franco que la mayoria de los muchachos (comentaristas) de este blog solo se debaten entre la controversia The Dark Knight: ¿obra de arte? o ¿sobra de arte?...el americano promedio que va al cine (descartando a los fans mas radicales de Batman o los comics en general) no se ha detenido a hacer una lectura sobre las ideas politicas o la trama subyacente en la pelicula mas que nada han rondado por el verdadero Joker es ¿ Nicholson o Ledger?...tengo mis conclusiones al respecto pero las ideas politicas aun estan en el hervidero de mi cabeza...aqui en Argentina suceden tantas cosas, alli imagino que tambien...¡¡un gusto!!

Álex Franco dijo...

El Barto,
Muchas gracias por tus sutiles comentarios. Me alegra tener lectores como tú, que desde el otro lado del atlántico comparten visiones y lecturas.

Un abrazo transatlántico.

AF

Anónimo dijo...

Cada uno ve lo que quiere ver.
Tal vez no tengas razón, o tal vez sí.
Pero cada vez que puede existir un POSIBLE paralelismo entre el 11/9, la política de Bush o lo que sea, SIEMPRE hay alguien que dirá que intentan meternos ese "lo que sea" subliminalmente en una película cuyo punto es la entretención.
Creí que sólo era una característica de los norteamericanos, sentirse atacados siempre, que todos intentan lucrar con su "sufrimiento" -- como los comentarios que leí sobre Cloverfield -- pero me he dado cuenta de que siempre alguien toma alguna relación X para demostrar un punto que puede que tenga sentido, pero que no necesariamente sea la intención del director.
Repito, quizás tengas razón o quizás no.
Pero eso de que SIEMPRE tenga que ver con política y demás...
A mí en lo personal no me convence.
-Illidan

Álex Franco dijo...

Illidan,
Te agradezco el comentario. No espero suscitar consenso con mi opinión, desde luego, aunque casi todo lo que digo lo sigo viendo en la película sin demasiado esfuerzo.
A diferencia de ti, yo no creo en el entretenimiento puro, o en que tal cosa pueda existir, y menos si procede de una industria tan mediatizada como la norteamericana. No llego al extremo de Jonathan Rosembaum, el gran crítico americano, que llegó a afirmar en un libro de hace unos años que toda forma de entretenimiento es una forma de opresión. Precisamente él siente hacia la política de su país una prevención ideológica que es imposible para alguien que no la padezca in situ.
De todos modos, mis paralelismos con la política coyuntural, discutibles, por supuesto, se ven acompañados de un análisis de los distintos personajes que los confirmaría en gran parte.
Sólo he intentado discrepar de la recepción de la película, o, si lo prefieres, introducir algo de reflexión y distancia donde veía un exceso de entusiasmo, digno de mejores causas...
En cualquier caso, gracias por tu visita y por tu crítica.

Un abrazo,
AF

Anónimo dijo...

Por supuesto, nunca todos van a estar de acuerdo. Aprecio tu opinión, y sobre todo, el "profesionalismo" (si podemos aplicar el término en lo que a opinión se refiere) y sensatez con que lo haces.
Hacen falta más escritores como tú en estos campos, capaces de respaldar su postura de forma lógica e informada.
-Illidan

Álex Franco dijo...

Muchas gracias de nuevo por tus comentarios. Intentaré seguir interesándote con mis posts. Ojalá todo esto sirva para constituir una plataforma de discusión a la altura de lo que algunos ya denominan la nueva edad de oro de la cinefilia...

Saludos.

Anónimo dijo...

Joder Álex... ahora mismo te estoy aplaudiendo.
Pero no demasiado, no te lo vayas a creer.

Por un momento tu opinión me parecía de "vamos a cargarnos lo que le gusta a la gente, sólo para hacerme notar".

Pero no. Lo has clavao todo todito. Yo salí del cine indignado, sin saber exactamente porqué, pero me sentí estafado como nunca, casi de mala leche. Hasta hubiera roto los carteles de la peli a patadas.
¿Que violento no? Bueno... es que además la compañía no era muy grata... (los palomiteros y sorbe-colas, en grupos de cien, me molestan, pero como soy una minoria... me jodo.)

En fin, que me puse en blogs y fórums de frikis (como yo) y me encuentro eso de "Obra Maestra"... ahí ya me empezé a preocupar por mi salud mental.
En mi cabeza solo resonaba la frase "pero si es un puto truño de pleícula" o "una estafa a nivel planetario". Mis valoraciones fueron más bien técnicas y de fidelidad al personaje. Como película, no se aguanta por ningñun lado... es que le falta lo más básico de un guión... hasta parece que hayan querido confundir a la gente con una trama retorcida y absurda para que parezca algo complejo y profundo. Y ya ves, todos como gilipollas, perdón a los de mi especie, echando flores a los responsables.
En cuanto a la fidelidad... bueno, me da pereza entrar ahí... pero más bien me pareció James Bond con traje de flipado. Otro colega me dijo que parecía la Jungla de Cristal... ya le gustaría.

Bueno, disculpa la directa, pero es que me lo has puesto a huevo.

Felicidades por todo tu trabajo.

Álex Franco dijo...

Muchas gracias por tus comentarios. Me alegra que mis opiniones sobre El siniestro caballero no te hayan parecido una pura pataleta resentida contra el típico blockbuster de Hollywood. El problema, como demuestra un post que colgué con anterioridad a su estreno en que expresaba mis altas expectativas ante la película, es que me sentí tan decepcionado y estafado como tú, y tan sorprendido por el clima de arrobo místico con que otros espectadores reaccionaron ante el subproducto de los Nolan. Me hace gracia comprobar que aún hay espectadores, por lo que leo en otras blogs, qye tratan de redimir la película apelando a la argucia de que es sólo una broma, una tomadura de pelo de los Nolan (esos genios de la ironía y el sarcasmo) al sistema hollywoodiense que tan hospitalariamente los acoge. Por favor, los Nolan ni saben lo que sería eso. Si quieren ver una burla en toda la cara del sistema que vayan a ver el remake de Funny Games. haneke sí que les ha hecho un corte de mangas a los pilares narrativos del negocio cinematográfico. Una goleada a domicilio, se llama eso...

Lo dicho. Muchas gracias por tus comentarios. Vuelve cuando quieras...

Anónimo dijo...

Gracias, Álex. Tu crítica me ha parecido brillante, completa y certera. Un verdadero lujo. Además, veo que compartimos afinidades en cuanto a gustos por determinadas películas y directores de cine.